domingo, 24 de julio de 2016

I want my "tocata" back, por César Brito González

 
Cuando empecé a trampear con mi oficio lo hice en la radio, rodeado de trozos desiguales de moqueta para insonorizar un local al que le faltaba mucho para recibir siquiera ese nombre. Era el momento exactamente anterior al despegue del mundo digital: durante una época medianamente larga hice radio fórmula y programas de contenido de lo más variopinto tirando de cintas de cassette y también de vinilos. En aquellos días no era todo tan plano como ahora, nada estaba tan homogeneizado y vacío. Procurabas contar algo, a través de las ondas. Alberto y Marcos pueden dar fe. 
 
Por aquel entonces, a la música le rodeaba una determinada liturgia, un respeto casi reverencial tanto por lo que contenían los discos como por los discos en sí mismos. En aquella época te traías al estudio los vinilos de casa, si en la emisora no los había. Semanas antes del programa leías, estudiabas, escuchabas, aprendías y, si era posible… compartías ese conocimiento con otros. Cuando el plato empezaba a girar deseabas que otros sintieran lo que tú sentías, cuando la aguja ocupaba su sitio y comenzaba a sonar el tema que habías elegido, por encima de ese murmullo característico. 
 
 
Ahora vivimos en otro mundo. Otro universo, casi. Lo digital ha cercenado gran parte de esa liturgia y, hagas lo que hagas, casi todo parece sonar igual. Por eso, experiencias como la de ayer en Ramal son un pequeño oasis de esperanza, gratitud y reencuentro con muchas parcelas de mí mismo. Gracias a Eliecer y a los amigos de Ramal pude asistir y participar, junto a más afortunados, de una audición, un paseo «guiado» a través de la historia del Punk, utilizando única y exclusivamente vinilos, que es lo que encontraréis en este paraíso para melómanos del Barrio Del Oeste.
 
Fue una auténtica gozada escuchar clásicos de siempre, pero también descubrir rarezas y «perlazas» escondidas en lugares tan recónditos como Polonia, por poner un ejemplo. Y eso que el Punk no es uno de mis terrenos más confortables. No sé si lo de los vinilos es una moda pasajera, cosa de hípsters o un grito inconformista ante el «rodillo» con el que pretenden uniformarnos a todos, pero esta iniciativa —«Audiciones al sol», se llama— de escuchar vinilos junto a amigos y desconocidos, mientras tomas algo y alguien que controla te cuenta referencias, influencias, anécdotas… una pasada para quien quiera y respete un poco la música, a pesar de todo.
 
 
 
Habrá más audiciones, nuevos géneros, música, interacción, inquietud y movimiento cerebral.
Eso… eso también es cultura, hermanos. Si tenéis ideas hablad con ellos. Si os seduce el plan de pasar una tarde entre música de verdad, con aficionados de verdad… olvidad un rato el Spotify y enteraos de cuál y cuándo es la siguiente que os interesa. Yo solo puedo dar las GRACIAS y contar los días hasta la próxima vez. 
 
 
Autor: César Brito González.

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